Belén Napolitano
Detalles de la Exposición
FIGURAS:
Mari Carmen Alonso Pimentel
ESCENOGRAFÍA:
Asociación Belenista de Gipuzkoa
PAISAJE:
Lucía Fermín
Un viaje al Nápoles del siglo XVIII
D’Museoa presenta su Belén Napolitano. Para la realización de este Belén se han invertido más de 10 años de trabajo y, a la hora de realizar las figuras, se han seguido técnicas tradicionales.
¿Hay orden en este caos?
El Belén Napolitano alcanza todo su esplendor en Nápoles en la segunda mitad del siglo XVIII. Se caracteriza por su espectacular escenografía y la variedad y expresividad de las escenas que lo componen, a las que se dota de un alto grado de realismo.
En el Belén Napolitano hay un orden y unos elementos representativos. El Misterio se sitúa en la parte alta de la ciudad, entre las ruinas de un templo clásico. Esta, es una referencia a los descubrimientos arqueológicos de Herculano y Pompeya. Acompañan a esta escena una multitud de personajes: pastores, vendedores ambulantes y representantes de los diferentes oficios, burgueses y nobles, músicos y danzantes…
Una referencia curiosa es la abundante presencia de personajes extranjeros y de animales exóticos, como pavos reales, monos o papagayos, fruto de la fascinación que en el siglo XVIII se experimenta por el lujo y el misterio de Oriente, asociado a los Reyes Magos.
Lo que se esconde bajo la ropa
Las figuras de los belenes napolitanos se caracterizan por ser grandes y articuladas. Las cabezas, manos y pies modelados en barro, se montan sobre un armazón de alambre y estopa.
Las cabezas -¨testinas”- manos y pies, son de barro modelado a “palillo” y cocidas en un horno a alta temperatura. Debe cuidarse especialmente el realismo de los rostros, representando a personajes de todas las edades y clases sociales. La expresividad es esencial para dar vida individual a cada uno de ellos. Una vez cocidas las cabezas, en las órbitas vacías se incrustan los ojos de cristal. Tras ello, hay que pintar extremidades y cabezas.
Los cuerpos se hacen con un armazón de alambre cubierto de estopa y atado con cordel. Esto permite articular las figuras para que adopten los gestos y las posturas más convenientes según su ocupación y actividad.
El siguiente paso es vestirlas. Hay que cuidarlo mucho porque los trajes deben responder a la condición y al trabajo que cada personaje desempeña. Se emplean telas antiguas, de tejidos naturales y que parezcan usadas. El vestuario, excepto el Misterio, los ángeles y los Reyes Magos, responde a la moda de esa época.
Por último, hay que trabajar los numerosos accesorios que contribuyen a dar esa impresión de vida y de abigarramiento de los belenes napolitanos.